CUIDADO CON LOS ESTAFADORES

Regresé de vacaciones despejado, relajado, con buen ánimo y pocas preocupaciones. Esto no es diferente a lo que sucede con la mayoría de las personas. Pero 48 horas después, todo eso cambió.

Revisaba miles de mensajes electrónicos acumulados cuando sonó mi teléfono celular. Me habló un empleado de T-Mobile, mi compañía de teléfonos desde hace una decena de años. Me informó que iban a instalar nuevas torres en el érea y que por lo tanto suspenderían nuestras líneas telefónicas durante 3 horas al día siguiente pero que nos darían un crédito por cada línea, son 3 las que tenemos. “Prefiero hablar con el titular de la cuenta”, me dijo. No me cabe duda que el acento era centroamericano.

Todo me pareció normal, no me pidió ninguna información adicional, estaba muy ocupado con mis cosas en ese momento y como mi esposa es la titular, le pasé a ella la llamada. Le dijeron su número telefónico y le pidieron que confirmara. Le pidieron la dirección de nuestra casa para ver si coincidía con la que tenían en récords, también le pidieron los 4 últimos números de su seguro social y su fecha de nacimiento. Todo sonó normal para ella, pues es lo que usualmente piden para comprobar identidad. Parecía normal hasta el agradable anuncio de que nos darían un crédito de U$80 dólares por cada teléfono registrado y el hombre pidió disculpas por el inconveniente. 

Cuando ella me contó los pormenores de la conversación, algo no me sonó bien, me pareció un tanto sospechosa la voluminosa oferta de crédito. Sin embargo, decidimos esperar hasta el día siguiente.

Al otro día, en efecto fue suspendida la línea telefónica de mi esposa, pero no la mía ni la de mi hija. Pero no fue por 3 horas, la suspension duró más de un día hasta que ella reclamó directamente en una oficina de T-Mobile. Además, me extrañó un mensaje de T-Mobile en mi celular felicitándome por haber mejorado mis servicios pero dándome la opción de llamar si no lo había hecho.

Para entonces mi hija se apersonó del asunto, acompañó a la madre y obtuvo las explicaciones de rigor. Resulta que con los datos obtenidos, los ladrones fueron hasta una de las tiendas de la empresa telefónica y no solo compraron 5 de los teléfonos más caros y otros productos sino que ordenaron cambios en nuestra cuenta. La tarjeta sim del teléfono de mi esposa fue cancelada, el aparato que usa no es de los más modernos.

Entre la llamada y el reclamo pasaron unas 30 horas. El empleado de T-Mobile elogió la rapidez con la que reclamamos, es decir, reclamaron ellas. Comentó que el total de la cuenta se acercaba a U$5.000 dólares pero que en menos de una semana montones de usuarios, no dio cifras, habían sido víctimas y que la mayoría se enteró días después. T-Mobile no respondió a mi solicitud de más información y quedamos tranquilos cuando nos aseguraron que no habría problema para nosotros.

La decisión que hemos tomado, y que debimos tomar antes, es que cualquier tipo de llamada donde se nos solicite, así sea la más mínima información, la responderemos diciendo que enseguida retornaremos la llamada, pero contrario a eso corroboraremos con la empresa, banco, o entidad que corresponda. Si a usted le sirve de lección nuestra experiencia, le recomieno poner en práctica métodos de prevención, no confíe como yo lo hice, es un error. 

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