La luz del sol comenzaba a aparecer y la pequeña tortuga caminaba lentamente por la orilla del río, parecía buscar algo. Daba unos pasos, se detenía y miraba hacia todos lados. Pero su caminar era tan lento que poco o nada podía explorar.
Con paso mucho más rápido, más seguro y mirando más hacia el agua del río como buscando peces para lanzarse a pescar, un pequeño zorro avanzaba sin percatarse de la presencia de la tortuga. Tal era su concentración que sólo cuando tropezó con la fuerte caparazón y estuvo a punto de caer se enteró que no estaba solo.
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